Martes, 8, y primer día
del viaje. Fiesta de la Natividad de Nuestra Señora. La Nao Real,
con arreglo a las Ordenanzas dispara tres cañonazos y uno el barco
del almirante, señal convenida para que todos los navíos de la
flota se den a la vela.
De la flotilla de
barcos ligeros con que contaba la armada ya habían salido algunos la
noche anterior para explorar el paso de Calais y señalar la
derrota.
El navío del rey
zarpa de Flessinga, a las cinco de la mañana, a poco trecho del
barco del almirante que llevaba la delantera y seguido del resto de
las unidades. Los súbditos del país de Zelanda habíanse reunido en
los pasos, puertos y a lo largo de las dunas para ver pasar al rey.
Todos estaban con el corazón oprimido, los ojos lacrimosos,
lamentándose las mujeres por sus maridos, los hijos por sus padres,
las muchachas por sus amigos, mientras las personas devotas no
dejaban de elevar al cielo fervientes súplicas para que Dios librase
a su buen príncipe de los riesgos de un mar tan porceloso.
CONTINUARÁ
...
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